miércoles, 25 de junio de 2014

REPRESIÓN ANTIDEMOCRÁTICA


Artículo publicado en El Plural, por Vicenç Navarro. 30 de abril de 2012.
Este artículo critica las propuestas realizadas por el Ministro de Interior del Gobierno Español y el Conseller de interior del Gobierno de la Generalitat de Cataluña de criminalizar los actos de resistencia pasiva, incluidas las sentadas, señalando que tales medidas estimularán la violencia que en teoría quieren prevenir. En realidad, tales medidas lo que intentan es debilitar e incluso eliminar los movimientos de protesta hacia las políticas públicas que están imponiendo a la población, sin tener un mandato popular para llevarlas a cabo.
Una de las características de la escasa conciencia democrática de las instituciones llamadas representativas en España es la manera como responden a la legítima protesta y agitación social que está ocurriendo frente a las políticas sumamente impopulares impuestas a la población y, muy en especial, a las clases populares. Y digo impuestas, porque ninguna de las políticas llevadas a cabo por los partidos gobernantes en España (y en Catalunya) que están generando tales protestas estuvieron en sus programas electorales.
Un tanto semejante ocurrió durante el gobierno Zapatero anterior, aunque éste no recurrió a la represión que están ahora desarrollando los gobiernos PP y CiU en España (y Catalunya). Según las últimas noticias, el gobierno del Partido Popular está preparando una propuesta legislativa considerando como delito cualquier forma de resistencia, incluyendo la pasiva, tal como una sentada. Estas medidas están orientadas a atemorizar a los colectivos, sean éstos el naciente movimiento 15-M, sea el movimiento sindical, sean los movimientos de protesta frente a los desahucios, o sean lo que fuera, que critican y denuncian las medidas impopulares. Tales delitos serán castigados con penas largas de prisión. Tales medidas son antidemocráticas y reflejan el tic autoritario y represivo de las derechas españolas (y catalanas) herederas del régimen dictatorial anterior en el que era práctica común este tipo de represión.
En realidad, la resistencia pasiva es un comportamiento democrático que ha hecho progresar la propia democracia. Cuando la anciana negra, Rosa Parks, se resistió en EEUU a moverse y desplazarse al asiento posterior del autobús, en un Estado del sur segregacionista, inició un proceso de resistencia pasiva que cambió, para mejor, la calidad de la democracia estadounidense, estableciéndose así el movimiento de los derechos civiles, liderado por Martin Luther King, hoy considerado un héroe nacional en aquel país. Tal movimiento estaba basado en la resistencia pasiva y en la desobediencia civil. Su coherencia, su ejemplaridad, la razón de su causa y su comportamiento no violento, jugaron un papel determinante en conquistar la simpatía y el apoyo popular, forzando así una respuesta y un cambio de enormes proporciones. Y hoy continúan en EEUU, casi en bases diarias, gran número de movilizaciones, basadas en resistencia pasiva, para defender causas que merecen una protesta a instituciones, leyes o comportamientos antidemocráticos que son rechazados por las clases populares. Uno de los últimos casos es el movimiento de los sindicatos, apoyados por amplios sectores de las clases populares que rodearon el Parlamento del Estado de Wisconsin para protestar las leyes del gobernador Scott Walker, perteneciente al Tea Party que, en sus medidas represivas antagonizó a la gran mayoría de la ciudadanía de aquel Estado, hasta tal punto que en un referéndum se está pidiendo la dimisión de tal gobernador. Todos estos movimientos son comportamientos democráticos y parte del proceso de participación popular.
Ni que decir tiene que la ultraderecha estadounidense que controla el Partido Republicano –el Tea Party- quiere criminalizar estos actos, como también ocurre en España. Pero lo que en realidad se intenta con estas prohibiciones es estimular la violencia que desacredite a tales movimientos. La prohibición y criminalización de actos de resistencia pasiva, como sentadas, deja como única alternativa la resistencia activa, lo cual es lo que se intenta al prohibir la resistencia pasiva. Los movimientos de protesta, sin embargo, no deben caer en esta trampa. La violencia es profundamente reaccionaria en este contexto, pues rompe la simpatía popular hacia los movimientos de protesta, como el 15-M. Es la mejor manera de desacreditar el movimiento de protesta. En cualquier movimiento de protesta, ésta gana si cuenta con la simpatía primero, y con el apoyo y complicidad después, de la mayoría de la ciudadanía, hecho que está ocurriendo en España, y del que las derechas son plenamente conscientes, pues lo que desean antes que nada es desacreditar tal movimiento, y para conseguirlo llegarán a extremos que recordarán la dictadura, que también criminalizó tales actos.
Frente a este ataque a los derechos civiles, existe la necesidad, por mera salud democrática, de movilizarse. Muestra de la enorme incoherencia (algunos la llamarán, con razón, hipocresía) de los llamados liberales en España (que se autodefinen como los grandes defensores de los derechos individuales), es que están ahora callados frente a la enorme violación de los derechos civiles de los ciudadanos que representan las propuestas del Ministro del Interior de España, Jorge Fernández Díaz, y del Conseller de Interior responsable de la policía autonómica catalana, Felip Puig.
Ahora bien, toda la experiencia histórica muestra que fracasarán. Su intento de represión no es la supuesta violencia de los manifestantes, sino las ideas y causas que éstos representan. Indicador de ello es que su propio lenguaje, que define a sus adversarios (“enemigos”) como “anti-sistema” (considerándose a sí mismos como los defensores del sistema democrático) ignora que es el establishment (al cual sirven el Ministro Fernández Díaz y el Conseller Puig) el que está mostrando claramente que no se adhiere a las reglas democráticas, pues impone políticas que no estaban en sus programas electorales. En realidad, son tales manifestantes (paradójicamente llamados anti-sistema) los que están defendiendo a la democracia. Si el intento del establishment fuera el de controlar la violencia, utilizarían, al menos, el término “anti-violentos”. En lugar de ello, hablan de los elementos “anti-sistema” como el enemigo a eliminar. Es un indicador más de su nula conciencia democrática. Hoy, en una situación económica y social intolerable, el ciudadano que no está indignado es que es parte del problema y no de la solución. Y el que no está en la calles es que no tiene conciencia democrática.

sábado, 7 de junio de 2014

NEW YORK TIMES publica lo que los medios españoles ESCONDEN

Una prueba más del claro servilismo al sistema establecido por parte de los medios de comunicación en España. NUNCA nos cuentan nada de lo que en otros países sí se dan detalles, como por ejemplo los más de DOS MIL MILLONES DE DÓLARES que ha conseguido atesorar el impresentable monarca español desde que besaba la mano a Franco para conseguir una posición que ha mantenido hasta ahora escondiendo y acallando sus fechorías. No me extraña que el principito se esté frotando las manos para seguir en la línea de su padre y continuar los negocios y tejemanejes mientras los borreguitos españoles sigan en su condición eterna de súbditos de la vergonzosa y ponzoñosa corona de este país.


Chastened King seeks Redemption for Spain and His Monarchy


King Juan Carlos I of Spain, at a Clinton Global Initiative 
forum in New York recently, has come under increasing 
scrutiny at home.



MADRID — With Spain mired in an economic slump, many Spaniards are questioning their king, long revered for his role in bringing democracy to the nation but now being scrutinized for his deluxe lifestyle and opaque fortune.
Pool photo by Paco Campos
After Juan Carlos broke his hip while elephant hunting in Botswana this spring, austerity-minded Spaniards were outraged.
An accident this spring, when the king broke his hip while elephant hunting in Botswana, exposed a rarefied world of business contacts and set off an unusual public outcry over why the Spanish monarch, Juan Carlos I, was off on a pricey African safari during a time of national hardship.
The episode led to an unusual royal apology, but the collateral damage has left the king, 74, recalibrating his monarchy. He has stepped up his public appearances, embracing his role as an international business booster and conciliator amid rising fury over government-imposed austerity measures intended to help shore up confidence in the country’s finances.
“The monarchy will continue as long as the people want a monarchy,” the king said on a swing through New York last week, part of a palace strategy to meet with top opinion makers to help promote confidence in Spain.
Europe’s economic crisis has politicians and struggling taxpayers from Belgium to England openly weighing the costs of subsidizing royals. Unlike other European monarchs, Juan Carlos came to the throne after the death of the dictator Gen. Francisco Franco in 1975 with virtually nothing, and has worked hard to generate his own fortune beyond the annual 8.3 million euro budget, or $10.7 million, bestowed on the palace by the Spanish government.
The king is widely valued in business circles for acting as a sometime deal maker and economic ambassador for his nation, but how he has amassed his substantial personal wealth remains secret. The Spanish royal family’s wealth has been estimated at up to $2.3 billion, a sum that supporters contend was inflated by the inclusion of government properties.
To promote Spain’s businesses and help repair his image, Juan Carlos took the controls this month of a cutting-edge NH90 helicopter during a visit to a Eurocoptermanufacturing plant in Albacete. On Thursday, he inaugurated a new Barcelona container terminal.
It is all part of his campaign to advance “Brand Spain,” as the king put it in response to written questions, another palace step to demonstrate openness. His message for Spanish business, he added, is straightforward: “Export, export and export.”
Juan Carlos’s peripatetic role as a business diplomat and deal maker was brought into the limelight after the safari, which was subsidized and organized by Mohamed Eyad Kayali, a Syrian construction magnate.
The two longtime friends had worked together on a $9.9 billion bullet-train contract that the monarch helped broker last autumn for a Spanish consortium in Saudi Arabia. Leveraging his friendship with the Saudi king and other royals, Juan Carlos outmaneuvered a French bid.
Supporters and advisers to the palace insist the king does not receive commissions on the deals he mediates or promotes.
“They have tried to be more transparent by revealing their annual budget,” said Herman Matthijs, a finance professor at the University of Brussels, who analyzes government spending on Europe’s royalty and unsuccessfully sought information about the king’s personal fortune. “I suppose at least that he is a millionaire, but the question is: Is he a billionaire? What is their real wealth?”
Spain lived without a king for 38 years after the Spanish Bourbon family was exiled in 1931 and their properties expropriated. Franco, who operated as a dictator from the end of the Spanish Civil War in the 1930s to his death, handpicked the king in 1969 to succeed him.
The king’s authority is limited by the Spanish Constitution to mostly ceremonial powers — essentially a nonruling monarch.
Before his accession to the throne, the king was aided by financial advisers who created a subscription campaign when he got married to help build a financial cushion. During that period, the future king “became obsessed with building up a personal fortune,” said José García Abad, the author of two books about the monarch.

jueves, 5 de junio de 2014

El minuto de gloria (La Marea)



El minuto de gloria 

(pincha aquí para ver el artículo de LA MAREA)


05 de junio de 2014



Junio de 2011. Nadie lo sabe pero faltan justo tres años para que su padre anuncie que deja el sillón para que se siente él. El príncipe Felipe está de bolos en Pamplona. Al salir de un acto recorre la distancia que hay entre el coche oficial y una valla que separa a instituciones y a ciudadanos, para, acompañado por el presidente de Navarra, Miguel Sanz, estrechar algunas manos y recibir algunos “guapo” de las señoras mayores allí congregadas. Una chica que se encuentra tras el perímetro de seguridad, en la misma zona en la que las señoras mayores dicen “guapo”, llama la atención del príncipe para entregarle una carta en la que le pide un referéndum ciudadano sobre la continuidad de la monarquía.
Felipe entra al trapo y responde, sirviéndonos en bandeja de plata, de esas que se usan en Zarzuela a la hora del almuerzo o la cena, una escena que tres años después resume a la perfección la situación que estamos viviendo y viviremos los próximos tiempos.
Reparto de la obra: Príncipe Felipe, como la monarquía. La chica que pide referéndum, como las plazas. Las señoras que dicen “guapo”, como la mayoría silenciosa. Miguel Sanz, como el poder político actual.
Con una sonrisa en la cara de Felipe comienza el acto.
No me corresponde a mí convocar un referéndum, le dice el príncipe a la plebeya. Pero puede proponerlo o puede abdicar, responde la chica aquella. El príncipe intenta sentenciar con un: chica, yo creo en el sistema. Yo también creo, le responde, por eso hay que preguntarle a la ciudadanía y que decida ella.
En este momento, con las señoras mayores que dicen “guapo” escuchando en silencio el intercambio entre el príncipe y la súbdita sin decir ni mú, acaban las sonrisas y los versos y comienzan las caras de incomodidad en la jeta real. La poesía se hace prosa: “Mira, yo voy a cumplir con mi deber, he aprendido a hacerlo lo mejor posible y cumpliré con la Constitución”. “Yo no voté la Constitución”, le responde la chica al tipo de sangre azul, que ya busca con la mirada auxilio del poder político. Y el poder político acude a la llamada: “La votó la mayoría”, ayuda Miguel Sanz. El entonces presidente navarro, salpicado por el escándalo del cobro abusivo de dietas e imputado por la quiebra de Caja Navarra, se viene arriba (Arriba España) y amplía a modo de chascarrillo: “Pues la Primera y la Segunda República terminaron como el rosario de la aurora”. Como Caja Navarra, podía haber dicho, pero no, como el rosario de la aurora dice, intentando animar a la grada joven que suele gritar “guapo”.
La chica ciudadana obvia el chascarrillo y responde a lo de la Constitución ya votada con una cita célebre: “Jefferson dijo que el poder constituyente de hoy no puede condicionar el poder constituyente de mañana”. Ha dicho yeferson. Esta es la mía, piensa el niño monarca, que aprovecha la situación para ganar el apoyo de los que dicen “guapo”, dirigiéndose directamente a ellos pare reírse de la chica: “¿Habéis tomado buena nota de todo?”, entre sonrisas, refiriéndose a la cita del tal yeferson. Puta empollona, hubiera querido decir, pero no lo dice porque está muy bien preparado.
Todo monarca sabe que el pueblo fiel y dormido siempre acude a prestar ayuda entregando lo que se le pida. Ganado y cosecha hace unos siglos; ignorancia y conformismo en estos tiempos: “¿Ese es el único problema que tienes en tu vida?”, pregunta un súbdito visiblemente molesto a la súbdita que quiere dejar de serlo. Por fin el pueblo domesticado reacciona con el conformismo que de él se espera. Vuelven los “guapo”, aplausos y más “guapo”.
El príncipe ha pasado el mal trago. Antes de despedirse del escenario deja una frase que define y pone título a esta obra de teatro que realmente sucedió un día de justo hace tres años, y de paso, sin quererlo, define a la propia institución que representa y lanza un reto a las plazas que hoy piden un referéndum: “Desde luego has conseguido un minuto de gloria. Es lo único que has conseguido, porque esto no llega a ningún lado”.
Eso habrá que verlo.

martes, 3 de junio de 2014

Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
El mensaje que el establishment español (es decir, la estructura de poder financiero, económico, político y mediático) ha estado promoviendo veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año, y treinta y seis años de democracia, es que, como resultado de una Transición modélica, España ha gozado de una democracia homologable a cualquier democracia europea occidental que, bajo la dirección y tutela del Rey de España, ha alcanzado unos niveles de bienestar y calidad de vida semejantes, cuando no mejores, que los del resto de la comunidad a la cual España pertenece, la Unión Europea. El Rey, que derivó su poder del que le dio el Dictador, fue el arquitecto de unas instituciones representativas y democráticas que, en realidad, significaron una ruptura con el régimen anterior. Hasta aquí la visión idealizada de la Transición, de la democracia que produjo y del papel del Monarca en aquel proceso, visión que los mayores medios de información y persuasión han repetido constantemente durante estos años. La nula diversidad ideológica de los medios (con una discriminación marcadísima en contra de las izquierdas) explica que esta visión se haya convertido en la sabiduría convencional del país.
Los datos, que son testarudos, y que están ahí para aquellos que quieran verlos, muestran, sin embargo, la enorme falsedad de esta visión. En primer lugar, la Transición distó mucho de ser modélica. No lo fue, ni tampoco podía serlo. Los herederos de aquellos que dieron el golpe militar de 1936 y de la dictadura que estableció, controlaban los aparatos del Estado. Capitaneados por el Monarca, tenían todas las estructuras de poder –incluidos los medios- a su disposición. Los sucesores de aquellos que habían defendido la República, y habían sido vencidos por los golpistas (que habían ganado con el apoyo de Hitler y Mussolini) y, más tarde, fueron brutalmente represaliados (por cada asesinato político que llevó a cabo Mussolini, Franco cometió 10.000), acababan de salir de la clandestinidad, de la prisión y/o del exilio. No podía darse un desequilibrio mayor entre las derechas, lideradas por el Rey, y las izquierdas, que habían liderado las fuerzas democráticas en la resistencia frente a la dictadura. Era absurdo esperar que una relación tan desequilibrada como la existente en el periodo 1975-1978 entre las derechas y las izquierdas pudiera dar como resultado productos –la Transición y la democracia que estableció- modélicos. En realidad, dicho desequilibrio de fuerzas creó una democracia enormemente limitada, y un Estado del Bienestar dramáticamente insuficiente.
La democracia incompleta y el bienestar insuficiente
Hay múltiples indicadores de las insuficiencias de la democracia española. Uno, entre miles, ha sido la enorme protección que los medios siempre han dado a la figura del Rey. En ningún otro país el Jefe del Estado ha sido tan promocionado como en España. Durante muchísimos años no se pudo hacer una crítica a la Monarquía o al Monarca, y tampoco se podía enarbolar la bandera republicana. Recordaremos el hecho lamentable, bochornoso y vergonzoso del Presidente de las Cortes españolas, el socialista José Bono, de prohibir a los luchadores por la libertad (defensores de la República, en contra de los fascistas golpistas, que habían sido invitados a estar presentes en las Cortes) que llevaran banderas republicanas. Era más que simbólico que fuera un socialista, José Bono, el que propusiera tal prohibición. La incorporación del socialismo español a aquel Estado, mediante unas leyes que favorecían el bipartidismo, fue un elemento clave para la reproducción de aquel sistema democrático de tan pobre calidad.
Otro indicador de la escasa calidad del sistema democrático ha sido la escasísima conciencia social del Estado español. 35 años y medio de democracia, y España continúa teniendo uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15, el grupo de países de mayor riqueza de la UE. El hecho de que España se gaste mucho menos que el promedio de la UE-15 en las transferencias públicas (como las pensiones públicas) o en los servicios públicos del Estado del Bienestar (como la sanidad, la educación, los servicios sociales, la vivienda social, los servicios domiciliarios, las escuelas de infancia, y un largo etcétera), se debe precisamente a la enorme influencia que las clases más pudientes de la sociedad tienen sobre el Estado, un Estado que está entre los más pobres, más corruptos y más insensibles a las necesidades ciudadanas de la UE-15.
El fin de esta etapa
Pero estamos hoy viendo el fin de esta Transición. Nunca antes, durante el periodo democrático, el Estado español había perdido tanta legitimidad. Hoy, el rechazo de la población hacia las instituciones democráticas y hacia la clase política está generalizado. El famoso eslogan del movimiento 15-M “No nos representan” se ha convertido en un eslogan generalizado. La escasa calidad democrática del Estado explica que los partidos gobernantes (todos ellos próximos al establishment financiero y económico) estén llevando a cabo políticas públicas (recortes del gasto público social y descenso de los salarios) que no estaban en sus programas electorales. La carencia de un mandato popular explica no solo la indignación, sino también el rechazo y rabia frente a tales instituciones. Es importante subrayar que este rechazo no se traduce en una animosidad hacia la democracia, sino en una protesta por su constante tergiversación por parte de la clase política que la dirige. Hoy, el declive del bipartidismo y su sustitución por una pluralidad de partidos, en los que la izquierda contestataria puede alcanzar la mayoría con un gran apoyo popular, representan una amenaza para la permanencia de ese régimen. El descrédito de las instituciones herederas de la inmodélica Transición representa su principal amenaza. De ahí deriva el deseo de hacer cambios significativos en cuanto a los personajes que la hicieron –tales como el Rey-, para presentar la imagen de que hay una transformación que les puede salvar del posible fin del régimen. La abdicación del Monarca en favor de la figura de Felipe es un paso importante en esta dirección.
El reto para las fuerzas democráticas
Hoy, el grado de enfado y el rechazo de la mayoría de la población hacia el Estado español es mayoritario. Todos los indicadores muestran que el establishment político y mediático, radicado en la capital del reino, está perdiendo su capacidad de movilización y persuasión. Sus instrumentos, como los grandes medios de información, también han alcanzado unos niveles de falta de credibilidad nunca vistos antes en el periodo democrático. Se les ve más y más como portavoces de ese establishment. Y el nivel de agitación es elevadísimo. Hace solo unos meses, unos dos millones de personas en las Marchas de la Dignidad se reunieron en Madrid, en una manifestación llena de banderas republicanas, enarboladas en pleno desafío hacia las autoridades del Estado central que les había prohibido enarbolarlas. Hoy está ocurriendo aquello que la estructura de poder tiene más miedo de que ocurra: que la población pierda el miedo. El aumento tan notable de la represión es un indicador de ello.
Esta agitación es fruto del agotamiento de los productos que resultaron de la Transición inmodélica. Un Estado con poca conciencia social y un Estado jerárquico, excluyente y radial, que se ha opuesto a la redefinición de España como entidad plurinacional en la que los pueblos y naciones de España estén unidos voluntariamente, y no por la fuerza, una España en la que el derecho a decidir esté generalizado en todo el Estado y a todos los niveles. De ahí la enorme urgencia de que las auténticas fuerzas democráticas dejen a un lado sus sectarismos y diferencias y que trabajen juntas para hacer posible una ruptura real con el sistema heredado de la dictadura, con un cambio en las relaciones de fuerza entre las clases sociales y con una visión diferente de lo que es España. Para ello es necesaria una gran movilización (pacífica) de la población, pues cuando el pueblo se mueve, puede mover montañas. Nunca hay que olvidar que mientras que Franco murió en la cama, la dictadura murió en la calle. Y la segunda Transición, a una España republicana, justa, plural y democrática, requerirá una movilización semejante. Pero la historia del país muestra que ello es posible.